(QUITO / PUCE / 2010, 2010-04) Culma Ortiz, Yonfarid; De la Torre Altamirano, David Israel
En estos momentos en los que prima el interés particular, en los que el hombre se interesa más por el tener que por el ser, en donde lo más importante es lograr los objetivos personales o individuales a costa de pasar por encima de los demás, es necesario hacer un alto en el camino teniendo presente que existe otro llamado, el prójimo, y que en nuestras prácticas espirituales y religiosas debe ocupar un lugar predominante.
Este lugar privilegiado para nuestro prójimo debe ser determinado después de reconocer que ante todo existe un ser trascendental y omnipotente, del cual hemos recibido todo nuestro ser, motivado exclusivamente por el amor, él ha realizado enormes maravillas a lo largo de toda la historia de la salvación,
llegando incluso a encarnarse y sacrificarse para demostrarnos que lo único que quiere es la felicidad humana.
Su legado principal es el amar al prójimo como si se tratara de uno mismo. Pero para hacerlo es necesario que haya nacido en el corazón humano un amor desinteresado que sepa dar respuesta logrando encontrar su rostro en el rostro de los demás.
