Tanto poesía como el movimiento forman parte de las múltiples expresiones de arte que rodean y priman la vida del ser humano. Mientras que la primera traslada a quien la lee, la escribe o la escucha a otros mundos, a otros sueños, a otros anhelos; el movimiento es capaz de transportar al individuo, tanto al que lo realiza como al que lo contempla, a un mundo de sensaciones difíciles de expresar, pero inimaginables en su belleza.