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Las palmas (Arecaceae) son un grupo muy antiguo de plantas monocotiledóneas [1] y un
componente vegetal estratégico para el funcionamiento de los bosques tropicales por sus
múltiples interacciones biológicas, entre ellas los insectos [2, 3]. La subfamilia de palmeras
Phytelephantoideae está compuesta por siete especies en los géneros Ammandra O.F. Cook,
Aphandra Barfody, Phytelephas Ruiz & Pav. [4], que se distribuyen en tierras bajas
tropicales y bosques submontanos del noroeste de América del Sur, desde el nivel del mar
hasta 1500 m [4, 5] y se caracterizan por (i) presentar un fuerte dimorfismo sexual, (ii) liberar
sustancias aromáticas, (iii) regular su temperatura (termogénesis) de los tejidos florales, y
(iv) recibir la visita de miles de insectos [6].
Diversos estudios concluyen que la polinización en palmas es predominantemente entomófila
y poco especializada, ya que sus flores no tienen adaptaciones morfológicas pronunciadas
como para excluir grupos de visitantes florales [7, 8]. Las palmas son polinizadas
principalmente por escarabajos de las familias Curculionidae, Nitidulidae y Staphylinidae, cuya distribución sugiere una asociación evolutiva con las palmas, ya que se cree que pueden
haber sido polinizadores de palmeras ancestrales [9].
La descripción de la estructura de las comunidades de visitantes florales es vital para
entender las complejas interacciones planta-insecto, evolución de mutualismos, repartición
de recursos y variación espacio-temporal de visitantes florales [8, 10, 11].
La diversidad y abundancia de los insectos varía en función del periodo del día [12, 13]. La
actividad de los insectos esta mediada por costos, beneficios, factores intrínsecos
relacionados con su metabolismo y factores extrínsecos relacionados con el medio ambiente
[14, 15]. Los patrones de actividad animal resultan de las eleccion |
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